Ésta es una entrada importante (y lo que me ha costado lograrla!). Es importante porque es gracioso pensar que llevo años pensando en tener una pirámide hecha por los acólitos de la secta que algún día tendré. En caulquier caso alguien sugirió que la pirámide fuese de Lego y he aquí que ya tengo una.
De forma recurrente la Bola Ocho ha aparecido en mi vida desde que la compré haya por 1991 en mi primer viaje a Nueva York. Por aquel entonces yo ya sabía lo que era y me gustaba el concepto, pero nunca había tenido la oportunidad de comprar una y en ese viaje la conseguí. Por supuesto, no tardó en quedar olvidada en un rincón y, aunque de vez en cuando la encontrábamos mi hermano o yo y jugábamos con ella, llegó un momento en que el líquido empezó a evaporarse y la bola dejó de funcionar. No la tiramos, por supuesto, en mi casa nunca jamás se tira nada, pero quedó de nuevo guardada en un armario junto a otros juguetes.
Admitir a estas alturas que no tengo (aunque sí he leído el libro escrito por el director de cine Tim Burton) es un poco triste porque soy de esos que acumulan de todo. Tampoco recuerdo exactamente cuándo me regalaron estos muñecos de los personajes aunque me viene a la memoria una fiesta en El Puerto rodeado de amigos. En cualquier caso, este recuerdo es una pequeña joya y me encantan. Formaron parte de mi colección de juguetes desde el primer día y me recuerdan continuamente que aún me quedan otros seis por conseguir. Pero lo haré.
Aunque no será la única entrada (espero) dedicada a los que fueron unos de mis juguetes favoritos de la infancia, sí merecía que la primera fuese He-Man el primero de los Masters del Universo que quise comprar y que fue imposible porque estaba agotado. De esa primera compra, realizada un sábado por la mañana en una juguetería junto a El Corte Inglés de Preciados (la misma en la que compramos los Sniks en su momento), llegaron a casa Man-At-Arms, Sheela, Beast-Man y Skeletor y fue el comienzo de muchas horas de juegos, de muchos domingos de batallas entre el bien y el mal, de algunas películas en las que hartos de intentar el stop-motion, mi hermano y yo movíamos a los personajes sobre escenarios sin importarnos que se viesen nuestras manos. Fue una época mágica y junto con los Transformers, los G.I. Joe y los muñecos de Star Wars, una de las mejores colecciones que jamás hicimos y que marcaron, ¿por qué no? Gran parte de nuestra historia. 
A estas alturas (más de un mes del final de la serie tras cuatro temporadas) ya es considerados por muchos un clásico de la televisión. La primera serie (la de 1980) ya marcó un hito para muchos de nosotros (estaba en Lanzarote cuando la echaban diariamente en el mes de Agosto de 1981 a las 15:30 y lo recuerdo porque hacía a mis padres volver al hotel para verla). Pero esta nueva serie ha llegado a convertirse en mitología de la televisión y en una de las series más inteligentes, redondas y, sobre todo, reflejo de todas las miserias humanas y de todas las formas de asumir el poder en momentos desesperados. Yo la seguí fielmente durante más de 3 años (la mitad de los que estuvo en antena, considerando que pasó casi un año en hiatus).
